Una assegurança de vida per cobrir la meva família en cas d’imprevistos, n’hi ha prou? (El Confidencial)
28.01.22
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Anticiparnos a posibles imprevistos, como una incapacidad o un fallecimiento, puede salvar nuestra situación financiera. Por eso es importante hacer un plan de previsión
Pasamos gran parte de nuestra vida ahorrando, pero, ¿qué pasa si sucede un imprevisto y no podemos seguir generando esos ingresos? Cuando esto ocurre, muchas personas se ven obligadas a recurrir a los ahorros de su vida, que pueden ser insuficientes para cubrir las necesidades de la familia. Esto, si cuentan con ellos, porque según la última Encuesta de Competencias Financieras del Banco de España el 40% de los españoles no ahorra. De cara a hacer frente a estas posibles situaciones, son muchos los que optan por contratar un seguro de vida, que cubre el fallecimiento, e incluso uno que tenga un complemento para cubrir la incapacidad permanente absoluta.
De hecho, cada vez se contrata a edades más tempranas: más de un 40% de los españoles de 20 a 35 años (incluso más jóvenes) tienen algún seguro, según esta misma encuesta. Pero, dando un paso más allá, “con la pandemia, muchos de nuestros clientes se han replanteado sus objetivos vitales. Ahora no solo se preocupan de asegurar su futuro económico o de disfrutar de una vida bien vivida, sino también de cómo dejarán a su familia si fallecen o tienen una incapacidad”, afirma Jaime Aguilar, socio de asesoramiento patrimonial de Abante.
Para el experto, tomar esta decisión sin haber abarcado antes los distintos escenarios posibles, puede tener consecuencias negativas. “A la hora de contratar el seguro, hay que tener en cuenta mi situación personal, mis objetivos vitales y los de mi familia. Porque si no tenemos todos los factores en cuenta, el seguro que tengo contratado puede que no se ajuste a mis necesidades, es decir, que esté pagando una prima muy económica con una cobertura inferior a la necesaria o viceversa”, reflexiona.
Así, antes de tomar una decisión, Aguilar recomienda hacer un plan de futuro completo, es decir, definir nuestro proyecto biográfico estableciendo nuestros objetivos vitales; en segundo lugar, pensar cómo podemos proteger nuestro proyecto biográfico a través de un plan de previsión y un plan sucesorio. El primero ayuda a cuantificar cómo podemos proteger a nuestros seres queridos tras un fallecimiento o una incapacidad. El segundo, a dejar organizado el patrimonio a través del testamento. “Se trata de construir ese plan de futuro integral, más allá del mero análisis financiero de ingresos y gastos de la unidad familiar”, prosigue.
Qué cantidad aseguramos y cuánto pagaremos
Pongamos un ejemplo práctico. Pedro y Carmen son un matrimonio de 46 y 42 años respectivamente. Tienen dos hijos, Carlos de 12 años y Noa, de nueve. Pedro tiene unos ingresos brutos anuales de 70.000 euros y Carmen de 45.000 euros. Los gastos mensuales de la familia son de 6.000 euros. Además, poseen un patrimonio financiero de 150.000 euros, que tienen invertidos. ¿Qué sucede si Pedro, que es la persona con más ingresos de la familia, sufre una incapacidad absoluta permanente o fallece?
En el primer supuesto, Pedro deja de recibir su salario y cobraría una pensión de incapacidad (que es inferior). Además, los gastos se incrementan (por la incapacidad puede necesitar ayuda, adaptar alguna zona de la vivienda…). “En este caso, lo que hay que hacer es un plan de previsión, pensar en el posible escenario en el que se reducen los ingresos de la unidad familiar y cuantificar las necesidades que tendrá la familia para poder cubrirlas a través de un seguro”, explica Aguilar.
En el supuesto de deceso, para que la familia mantenga su nivel, Carmen necesitaría recibir del seguro de vida de Pedro cierta cantidad que tendría que servirle en el largo plazo, desde los 42 años hasta los 100, casi seis décadas. Así, y tras el ejercicio de planificación con su asesor financiero, se calcula que la cifra que Carmen necesitaría cobrar, como mínimo, para mantener ese nivel de vida, sería de 450.000 euros (calculados teniendo en cuenta la inflación y asumiendo que el patrimonio que ya tienen acumulado lo irá invirtiendo).
¿Qué sucedería en el caso de que Pedro falleciera hoy? Sus ingresos desaparecerían, pero los gastos familiares no se reducirían a la mitad, porque sigue habiendo gastos fijos relacionados con los hijos, la vivienda, etc. que no varían. La mujer tendría derecho a la pensión de viudedad y los niños a la de orfandad hasta los 25 años. El nivel de vida de la familia y el plan de ahorro se verían afectados. Para que esto no sucediera, Carmen necesitaría recibir del seguro de Pedro ese mínimo de 450.000 euros (de nuevo, teniendo en cuenta la inflación y considerando que la familia mantendrá una inversión que le permita ir rentabilizando los ahorros que ya tiene, con una gestión profesionalizada y de acuerdo a su perfil de riesgo, por encima de la inflación durante el periodo).
Yendo al coste de los seguros descritos anteriormente, si Pedro quisiera contratar uno que le cubriese 550.000 euros con las prestaciones de fallecimiento e incapacidad absoluta permanente, tendría que pagar unos 2.000 euros al año. “Con estos escenarios posibles, cuando Pedro y Carmen vengan a vernos, analizaremos qué cantidad asegurar. Así es como funciona este servicio por el que cada vez se interesan más nuestros clientes, incluso los más jóvenes. Yo mismo, con 40 años, empecé a diseñar mi plan de previsión tras el confinamiento porque tengo tres hijos”, concluye el socio de asesoramiento patrimonial de Abante.
*Para más información, consultar en la página web de Abante aquí.