L’asseguradora paga: contracten una assegurança milionària per defensar els corals de Hawaii (El Español)
25.11.22
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La póliza, de dos millones de dólares, costeará cualquier daño que sufran los arrecifes por los huracanes para su posterior restauración.
23 noviembre, 2022 01:39
Cuando se habla de cambio climático, a menudo se menciona el impacto económico que tendrán las tormentas y los fenómenos extremos que provoca. ¿Estarán nuestras viviendas y bienes cubiertos ante la avalancha de destrozos que prevé la ciencia? La misma pregunta se están haciendo ahora organizaciones medioambientales como The Nature Conservancy, que ha contratado una póliza millonaria a una aseguradora para proteger los corales amenazados de Hawái.
A menudo, los paisajes paradisíacos del Caribe dejan entrever su faceta más amarga. Los huracanes, cada vez más frecuentes e intensos en la zona, arrasan las comunidades costeras y ocasionan enormes daños humanos y económicos. El último fue Ian, que después de dejar a Cuba a oscuras, cogió carrerilla y siguió hacia Florida, donde se alcanzaron vientos de hasta 250 kilómetros por hora. Solo en este estado los daños se estimaron en unos 65.000 millones de dólares.
La organización sin ánimo de lucro, liderada por Mark Tercek, anterior director general del grupo de banca de inversión Goldman Sachs, persigue desde mediados del siglo pasado la conservación de la biodiversidad y el medioambiente. Es la tercera ONG más grande de Estados Unidos, con 35 oficinas repartidas por el mundo, y cuenta con el apoyo de al menos un millón de miembros.
Por un valor de 110.000 dólares, la organización ha conseguido que la compañía de seguros cubra hasta dos millones de dólares (1,9 millones de euros) hasta finales de 2023. Eso sí, la letra pequeña de la póliza dice que los vientos deben superar los 92,6 kilómetros por hora. A mayor velocidad, mayor será el pago, pero en ningún caso excederá el montante total que incluye el seguro.
Otra de las condiciones establece que el pago a The Nature Conservancy deberá realizarse en un tiempo muy escaso: a lo largo de las dos semanas siguientes a la tormenta. Una vez recibida la cantidad, TNC le pedirá un permiso al estado de Hawái para que les permita acometer la restauración de los corales dañados.
Un permiso que no está garantizado. Eso sí, una vez lo obtengan, la restauración de esta barrera natural la acometerán unos buzos especializados de la organización medioambiental, pero deberán hacerlo a contrarreloj, en un período máximo de seis semanas desde la tormenta. En caso contrario, el arrecife morirá.
Seguros privados ante catástrofes
En los últimos 40 años su superficie en Hawái se ha reducido hasta en un 60% por la contaminación y la sobrepesca. Ambas causas antropogénicas se suman a los efectos del cambio climático, una amenaza cada vez más presente en la actualidad y que aumentará en frecuencia e intensidad en el corto y medio plazo. Sobre todo en puntos calientes como el Caribe.
Son eventualidades que están sobrepasando la capacidad de los propios estados para hacerles frente. No hay más que comprobar cómo en la última cumbre del clima, los firmantes del Acuerdo de París sobre el clima delegaron hasta el último momento la fijación de un fondo mundial para compensar a los países menos desarrollados por las pérdidas y daños del cambio climático que han originado las economías más avanzadas.
Por este motivo, esta ONG estadounidense ha ido un paso más allá y ha probado un nuevo enfoque para proteger el medio natural. Como asegura a Reuters Eric Roberts, gerente senior del programa de riesgo y resiliencia de TNC, “hasta la fecha, la conservación realmente se ha basado en la filantropía y las subvenciones del gobierno”, pero “al usar seguros, también estamos recurriendo al sector privado para este trabajo”.
Y lo cierto es que esta alternativa está ganando peso. Antes de este caso de Hawái, el huracán Delta –que afectó a la costa de Quintana Roo (México) en 2019– activó la que fue la primera póliza de arrecifes de coral en el mundo. En aquel momento, fue el propio gobierno mexicano el que contrató ese seguro por valor de 800.000 dólares, e incluso volvió a renovarlo en el año 2020.
Tras aquel huracán, con vientos de hasta 185 kilómetros por hora, unos 80 voluntarios capacitados se embarcaron en la reparación de los daños que había ocasionado este fenómeno extremo. Todo en el marco de un plan de respuesta establecido por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP).
Como explica TNC en su página, los arrecifes sustentan la industria turística de Quintana Roo porque proporcionan protección costera contra las tormentas –que pueden dañar entre un 15% y un 55% la cobertura de los corales–, reducen la erosión de las playas, producen arena blanca y atraen a más de un millón de buceadores al año.
Patricia Espinosa, diplomática mexicana y exdirectora de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), reconoce a Reuters que el seguro de arrecifes encaja con las conversaciones sobre pérdidas y daños que tuvieron lugar en la COP27 y asegura que se debería profundizar más en ello.
“La realidad hoy es que la mayor parte de las pérdidas que vemos como resultado de estos fenómenos climáticos tan radicales y tan severos no están aseguradas”, señala Espinosa. Añade que “si no abordamos la crisis climática, realmente tendremos un desastre total que se sentirá en todos y cada uno de los sectores”.
¿Qué pasa con los daños a particulares?
Las aseguradoras prestan cada vez más atención al cambio climático. Practican una lectura ávida, como la de cualquier experto o político, para tratar de descifrar los últimos datos científicos y aventurar su papel en el corto y medio plazo.
Eventos como el de Filomena, les costaron a las aseguradoras hasta 230 millones de euros por los desperfectos en vehículos e inmuebles. Ahora bien, muchas compañías ya están cambiando sus coberturas para no cubrir daños que antes eran anormales, pero ahora pueden entrar dentro de la normalidad.
Es el caso de esta información que publicaba Levante, un diario local valenciano que explicaba que mientras que los seguros cubrían hasta ahora los desperfectos por lluvias de más de 40 litros por metro cuadrado, ahora solo lo hará si esa precipitación se concentra en una hora. Y con el viento pasa parecido, porque ahora solo entrará en las pólizas si supera los 90 kilómetros por hora. Hay eventos climatológicos que ya no son tan excepcionales.
Quentin Aubineau, abogado ambiental del Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente (IIDMA), señala que “existe el riesgo de que en algunas áreas geográficas muy expuestas a algún tipo de evento climático extremo el sector asegurador deje de asegurar los daños procedentes de estos eventos debido a su alta probabilidad de ocurrencia”.
El experto explica que “según [la empresa reaseguradora alemana] Munich RE, en 2021, los daños atribuibles a eventos climáticos extremos representaron unas pérdidas de 280.000 millones de dólares en 2021”. De estos, 120.000 millones están cubiertos por una póliza de seguro.
“No cabe duda de que el cambio climático, por los eventos extremos que provoca, implica un aumento del importe que tiene que abonar el sector asegurador”, señala Aubineau, pero cada vez es más difícil predecirlos. Las compañías “se enfrentan a riesgos climáticos cuya intensidad y frecuencia no es comparable con los datos históricos que utiliza el sector para evaluar los riesgos”, apunta el experto.
En este sentido, se enfrentan a dos grandes retos. Según Aubineau, los daños provocados por el aumento de la frecuencia y de la ocurrencia de eventos climáticos extremos supondrán mayores pérdidas económicas para las compañías de seguros. Asimismo, como no se van a poder anticipar con igual fiabilidad que antes a estos fenómenos, tendrán que adaptar su sistema de evaluación de riesgos a los climáticos.