Virus y seguros (El País)
29.05.20
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La brusca paralización de la economía mundial como consecuencia de la crisis sanitaria va a tener efectos directos e indirectos sobre el sector de seguros
La brusca paralización de la economía mundial como consecuencia de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus va a tener efectos directos e indirectos de calado sobre casi todos los sectores, entre ellos sobre el de seguros. Siendo de naturaleza bien distinta a la crisis financiera de 2007-2008, no es ocioso recordar que en aquella la industria aseguradora, a diferencia del sector bancario y otras entidades financieras, soportó la prolongada caída de la actividad real y la dislocación de los mercados con un buen desempeño relativo, salvo contadas excepciones.
Niveles de solvencia adecuados, junto a una gestión del balance y del negocio con una visión de largo plazo, propia de la actividad aseguradora (especialmente, pero no solo, del ramo de vida), le permiten encajar al sector, con mayor flexibilidad en el tiempo que otros, los efectos adversos que se derivan de la caída de la actividad, el aumento de los spreads crediticios y la mucho mayor volatilidad y contracción, en general, del valor de sus activos. Los impactos individuales sobre las compañías pueden ser en todo caso significativamente distintos en atención al ramo en el que operan, la estructura de sus carteras de inversión o el perfil de riesgo de la entidad.
Una primera línea de impactos está relacionada con la cobertura de contingencias a las que pueden estar obligadas las compañías que operan en algunos ramos, en los que aumentará la siniestralidad. Piénsese en seguros de cancelación de eventos, viaje, salud, crédito o en el reaseguro. En otros casos, como seguros de auto u otros relacionados con la movilidad, la siniestralidad será, sin embargo, menor. Un segundo canal, de mayor alcance potencial a medio plazo, tiene que ver con la muy probable desaceleración o incluso pérdida de ingresos por primas que se experimentará en los seguros generales, motivada por la ralentización de la actividad. Por su parte, si sobre el ramo de vida, particularmente sobre el ahorro previsional, ya pesaba como una losa el escenario de tipos reales negativos que nos lleva acompañando los últimos años, la nueva situación no hará sino prolongar ciertamente en intensidad y en el tiempo dicho escenario dos o tres años más.
En cualquier caso, a corto y medio plazo es el tercer canal, vinculado a la pérdida generalizada del valor de los activos de las carteras que respaldan las obligaciones futuras de las compañías, el de impacto negativo más preocupante. El aumento de los spreads soberanos, mucho mayor aún en las emisiones corporativas que recogerán con el tiempo una progresiva migración hacia ratings de peor calidad crediticia, y finalmente la drástica caída de la renta variable tendrán un doble efecto: su traslación a los resultados de las compañías y un deterioro también de sus ratios de solvencia. Mucho mayor lógicamente en el negocio de vida que en el de no vida.