¿Qué consecuencias tiene engañar al seguro como Trump? (La Vanguardia)
21.05.21
_
Las aseguradoras persiguen el fraude y obtienen un rendimiento notable por cada euro que dedican a la investigación de los casos sospechosos
Donald Trump tiene un nuevo incendio en su ajetreada vida. Las empresas del expresidente serán objeto de “una investigación criminal”, según ha anunciado Letitia James, fiscal general de Nueva York. Al parecer, los investigadores sospechan que el grupo empresarial de Trump podría haber engañado a prestamistas y compañías de seguros sobre el valor real de algunas de sus propiedades. Por el momento, no han trascendido más detalles sobre estos supuestos engaños.
La mayoría de los fraudes que se registran en el sector asegurador están relacionados con el cobro de los siniestros. No parece que ese, por la información disponible hasta el momento, sea el caso de Trump, al menos en lo que afecta a esta investigación. Aunque tampoco se puede descartar hasta disponer de más información.
¿Es habitual el fraude al seguro? Desde el sector se asegura que es más frecuente de lo que piensa. De hecho, las compañías destinan importantes recursos a perseguir esta práctica que tiene un impacto en su cuenta de resultados, pero también en el precio de los seguros en el mercado. Como dato curioso, desde 1994, las compañías organizan un concurso en el que premia la pericia en la investigación y detección de actuaciones fraudulentas contra el seguro.
Según datos de UNESPA, la patronal del sector, el coste medio de investigar un fraude era de 247,9 euros en 2019. Según esta misma fuente, de cada euro invertido en esta misión las aseguradoras recuperan 47,90 euros. Una inversión rentable, sin duda.
La inmensa mayoría de estas investigaciones se refieren a asegurados que han cometido fraude comunicando un siniestro inexistente o que ha sido falseado, o que se ha exagerado su precio. Siempre con intención de engañar, dado que en el proceso siempre interviene un perito profesional enviado por la compañía que evalúa los hechos y las pruebas disponibles.
Los datos avalan que el seguro del coche, con más del 60% de los casos, y el del hogar son los que concentran, al menos en España, la mayor cantidad de intentos de fraude. La mayoría son pequeños y, es poco habitual que acaben en los juzgados. Según el Código Penal, se considera una gran estafa cuando la cantidad defraudada supera los 50.000 euros.
Algunas estafas tienen tintes macabros, aunque también esconden situaciones de profunda desesperación. En esta categoría, destaca el caso de un hombre que se amputó la mano derecha con el objetivo de cobrar hasta 3,5 millones de euros. El caso, uno de los más conocidos en el sector, se basa en la reclamación hasta a ocho aseguradoras de un hombre que, supuestamente, perdió su mano derecha en un accidente de tráfico.
Obviamente, el hombre estaba amputado, y logró cobrar 350.000 euros en concepto de indemnización. Pero, el hecho de que hubiera suscrito pólizas con ocho compañías disparó las sospechas. El asegurado reclamó a las compañías que le ponían trabas para pagarle la indemnización y varias de las aseguradoras afectadas pusieron el caso en manos de detectives. Las pesquisas de los investigadores descubrieron que el hombre se había amputado la mano para cobrar las indemnizaciones en un momento en el que estaba agobiado por las deudas. El Tribunal Supremo le condenó en 2006 a devolver el dinero que ya había recibido y a una pena de cárcel de tres años y seis meses por un delito de estafa continuada.
En ocasiones, además del delito de estafa, si el intento de engaño llega a los juzgados puede suponer que se imputen al defraudador otros delitos como el de falsedad documental, si se ha falsificado facturas para justificar el cobro de la indemnización, o el de simulación si se ha fingido, por ejemplo, un accidente o ser víctima de un robo.
Engaño en el cuestionario previo
Mentir en el cuestionario puede cancelar el seguro
En el momento de suscribir la póliza, el asegurado debe proporcionar a la compañía una serie de datos e información. En el caso del seguro del Hogar, esa información hace referencia al valor del inmueble y también del contenido que tiene en su interior. En los casos en los que las cantidades son más importantes, es habitual que la compañía envié un perito o solicite documentación y pruebas de la tenencia de determinados objetos y su presencia en el inmueble asegurado. Pero en la mayoría de los casos, cuando las cantidades en juego son más mundanas, todo se resuelve con un cuestionario previo al asegurado.
Lo mismo sucede en el seguro de salud o en el de vida y accidentes. El usuario debe responder un cuestionario en el que se le pregunta por diversos aspectos de su salud y de su estilo de Vida. En algunos casos, cuando los servicios médicos detectan posibles patologías susceptibles de generar riesgos futuros, el asegurado recibe una llamada, que se graba, en la que se le formulan preguntas personalizadas. Estas preguntas están destinadas a evaluar el riesgo real y fijar la prima, el precio del seguro.
Si engañamos al seguro, ocultando, por ejemplo, una patología ya diagnosticada y de la que somos conscientes, en caso de siniestro, la compañía puede negarse a pagar la indemnización o, en el caso de un seguro de salud, cancelar la póliza que nos proporciona asistencia médica.
Mentir a conciencia
Engañar en el valor real no es buena idea
Por lo que respecta al valor real de los inmuebles o de los objetos que guardamos en su interior, no decir la verdad es, más que nunca, una mala idea. Si indicamos un valor inferior al real, pagaremos menos de prima, pero en caso de siniestro la compañía nos indemnizará por el valor asegurado como máximo. Es lo que se conoce como infraseguro, ya que nuestra póliza no nos cubre nuestro riesgo real. Si, por el contrario, aseguramos un valor superior al real, cuyo único sentido lógico, confusiones y errores al margen, sería beneficiarnos con un dinero extra en caso de siniestro, el resultado final tampoco parece muy favorable. Por normativa, el seguro tiene el propósito de reponer el valor de la pérdida, pero no generar lucro al asegurado.
En caso de siniestro, los peritos evalúan el valor real de los objetos o propiedades pérdidas o dañadas y no pagarán una indemnización por encima de ese valor aunque la póliza contemple una cantidad superior. Es lo que se conoce como sobreaseguramiento. Además, si se determina que hubo intención de engañar a la compañía por parte del asegurado el caso acabaría entrando en la vía judicial.