Los orígenes del seguro de autos (La Vanguardia)
01.03.19
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Las pólizas de los carros tirados por caballos fueron la base de la solución asegurador para coches
JOAN MORALES Publicado a 25-02-2019 9:23
El automóvil hace años que cumplió su primer centenario. En nuestros días está absolutamente extendido y forma parte de nuestra cotidianidad. Pero toda obra humana tiene su comienzo. También lo tuvieron los automóviles y con ellos la necesidad del su aseguramiento.
La sociedad del cambio de siglo XIX al XX vivió la extensión por caminos y vías de comunicación de estos vehículos a motor que con rapidez fueron tomando un protagonismo trascendental en las comunicaciones. Las consecuencias de tipo social fueron innumerables. Entre ellas, algunos aspectos menos agradables como los accidentes.
Las autoridades y los legisladores tuvieron que tomar disposiciones para garantizar que las víctimas y los perjudicados de los daños que pudieran causar estas máquinas, infernales según algunos, fantásticos frutos del progreso según otros, fueran debidamente indemnizados.
La respuesta aseguradora no fue especialmente difícil. No fue necesario crear de la nada un producto asegurador para dar respuesta a la necesidad aseguradora de los propietarios y conductores de estas máquinas. Se trató de adaptar el seguro que ya cubría la responsabilidad durante la circulación de los vehículos tirados por animales. Ya desde inicios del siglo XIX se había desarrollado en Francia un seguro que cubría la responsabilidad civil derivada del manejo de carruajes y caballos. Una de las pioneras fue la sociedad L’Automédon fundada en Francia en 1825.
Incluso se habían producido importantes debates sobre la conveniencia de que existieran seguros que cubrieran la responsabilidad de los conductores de estos vehículos. Había quien se oponía a la existencia de este tipo de seguros, argumentando que su existencia suponía la cobertura de la negligencia de los conductores, por lo que estos no prestarían la adecuada atención en el desempeño de su actividad, generándose una mayor accidentalidad.
Los tribunales acabaron dictaminando a favor de la existencia de estos seguros, pero estableciendo dos axiomas fundamentales:
- Los seguros solo podían cubrir las responsabilidades civilesde los conductores, pero en ningún caso sus responsabilidades penales.
- Por ello no procedía prohibir estos seguros, dado queno era cierto que indujeran a la comisión de un delito por parte del asegurado.
El seguro de automóviles fue desarrollándose con el paso del tiempo, y a las coberturas de responsabilidad civil fueron añadiéndose todo tipo de prestaciones aseguradoras relacionadas como la cobertura de los daños que pudieran sufrir los propios vehículos y sus componentes, así como la prestación de servicios y coberturas que pudieran precisar los conductores y usuarios pasajeros de los mismos.
Efectivamente, las cabalgaduras, las diligencias, los carros de tiro y todo tipo de vehículos de tirados por animales ya gozaban de soluciones aseguradoras para cubrir la responsabilidad de los daños que pudieran generarse durante su circulación.
El rastro del lenguaje
En este sentido el seguro fue un fiel reflejo de la herencia que suponía la experiencia de nuestros pioneros con los vehículos tirados con animales.
De hecho, mucha de la terminología todavía hoy utilizada en el automóvil nos recuerda los orígenes de nuestros coches, empezando por cómo medimos su potencia, en caballos.
Empezando por coche, palabra que proviene del húngaro. Kocsi széker, significa ‘carro de Kocs’, abreviado a Kocsi (que se pronuncia ‘cochi’) y que ha llegado a algunas lenguas como la española para designar a estos vehículos automóviles.
En la misma lengua española tenemos otra palabra, carro, utilizada en Latinoamérica, que nos recuerda sin lugar a dudas la fuente. De la misma raíz (carre, en antiguo francés del norte) proviene el car en lengua inglesa.
Y así muchos otros elementos de nuestros automóviles nos retrotraen a los carros de tiro utilizados para el transporte de personas. Así los actuales salpicaderos (tablier en francés), eran la tabla que se situaba frente a los pies del conductor para evitar las salpicaduras de barro.
Incluso podemos reconocer en la terminología usada, el proceso que llevó de los carros de tiro a los vehículos a motor de hoy en día. Por ejemplo los conductores también se llaman chófer, que proviene del francés chaffeur (‘el que calienta’), tomada de cómo se denominaban a los fogoneros de las locomotores a vapor para aplicarla a los que ‘calentaban’ el motor del coche dando a la manivela. Y, claro, el uso de los guantes era una prudente recomendación para realizar esta tarea. Arrancado el coche, los guantes se guardaban en la guantera, que sigue existiendo en nuestros automóviles, aunque habitualmente ya no encontremos guantes en su interior.
Del francés al inglés
Del mismo modo las denominaciones clásicas de distintas modalidades de automóviles todavía utilizadas actualmente provienen de la terminología aplicada a los vehículos de tiro para transportar personas:
Cabrio / cabriolé. Del francés cabriolet, carruaje de dos ruedas provisto de capota y con puerta en la parte delantera que se cierra en dos hojas hasta la altura de las rodillas. Aplicado a los coches descapotables.
Limusina. Del francés limousine. esta palabra designaba una prenda de ropa, una capa, procedente de la región de Limousin. Se aplicó esta denominación a los primeros vehículos a motor provistos de una amplia cobertura que envolvía a los pasajeros. Su uso ha ido evolucionando para designar vehículos lujosos de larga batalla.
Cupé. Del francés coupé (“cortado”). Se aplicaba a coches de caballos divididos en dos partes. La de delante descubierta, donde viajaba el conductor y su acompañante y la trasera, cerrada, destinada a los pasajeros. Con los automóviles se evolucionó situando al conductor y su acompañante en la parte trasera cerrada, por lo que el cupé es un vehículo pensado para dos plazas, aunque algunos ofrezcan un espacio, reducido, detrás de estas.
Berlina. En la ciudad alemana de Berlín fue donde en el siglo XVII se empezaron a usar carruajes de cuatro ruedas para pasajeros, con el habitáculo suspendido sobre unos largueros, lo que mejoraba la comodidad del pasaje. Se ha venido aplicando el término berlina a los vehículos de cuatro puertas, confortables y amplios.
Este pequeño divertimento nos permite también identificar cuál era la lengua internacionalmente dominante en occidente a principios del siglo XX, el francés. Hoy en día lo es el inglés, que acompañado de la tendencia de economizar la denominación de las expresiones técnicasnos explica la procedencia de términos como ABS (Anti Blokier System, ‘sistema de antibloqueo’), 4WD (Four Wheel Drive, ‘conducción a las cuatro ruedas’) o SUV (Sport Utilarity Vehicle, ‘vehículo utilitario deportivo’).
También en lo más cotidiano encontramos fuente de conocimiento y de información sobre nuestra sociedad y la de los que nos precedieron.