¿Cómo se protegen los agricultores y ganaderos de los imprevistos? (La Vanguardia)
05.03.21
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Agroseguro gestiona 400.000 contratos de seguro todos los años que ofrecen estabilidad a los profesionales del campo ante tormentas, sequías, inundaciones, incendios, plagas y enfermedades
Pocos negocios están tan expuestos al azar o, mejor dicho, a las fuerzas de la naturaleza imposibles de controlar, como la agricultura y la ganadería. Una actividad sacrificada como pocas y vulnerable, aunque la mayoría de las veces se desarrolle en paisajes de postal. La tecnología ayuda a minimizar algunos riesgos, pero hay eventos que están por encima de cualquier ingenio creado por el hombre.
¿Se puede ser agricultor o ganadero sin un seguro? Difícil de decir, pero en un país en el que no sabe llover, no hay que tirar mucho de la imaginación para saber que la actividad estaría limitada, ya no a los atrevidos, sino a los temerarios.
Basta analizar lo sucedido hace unos meses con los efectos de Filomena. Aunque la tormenta se hizo especialmente famosa por los daños en las ciudades, especialmente en Madrid, lo cierto es que sus efectos también causaron estragos en algunas zonas del campo español. Los cálculos iniciales situaban entre 60 y 80 millones de euros las perdidas aseguradas producidas por Filomena.
Tanto la política del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca como de las consejerías de las comunidades autónomas es bastante clara. En el caso de un siniestro no asegurable, solo podrán recibir ayudas los agricultores y ganaderos que hayan contratado seguros agrarios. El principio que rige esta decisión es ayudar al que se ayuda.
Historias de otro tiempo
En plena Transición se creó un sistema público-privado de aseguramiento
Pocos años antes de su polémica confesión, Jordi Pujol, el ex presidente de la Generalitat de Catalunya, dirigiéndose a un auditorio lleno de profesionales del sector asegurador, compartió un recuerdo de varias décadas atrás. Durante sus continuos viajes de fin de semana por la geografía catalana, en su primer mandato a principios de los años 80, era habitual que los alcaldes advertidos de su presencia por el territorio le pidieran que visitara su localidad, aunque no formara parte de su programa inicial.
Ese fue el caso en un viaje por las comarcas de Lleida. El edil de un pueblo con una importante industria hortofrutícola le pidió que hiciera una parada en la localidad para calmar a los agricultores que habían perdido casi toda la cosecha por los efectos de una reciente e inoportuna tormenta de granizo. Pujol aceptó la invitación y se desvió de su ruta para animar a los productores que esperaban una ayuda de la Administración catalana. El president les prometió a los presentes, que eran muchos, que en aquella ocasión la Generalitat saldría en su auxilio, pero que de cara al futuro era necesario encontrar una alternativa a través los seguros privados, como ya sucedía en cualquier otra industria.
Según Pujol, la primera parte de su intervención arrancó los aplausos de los agricultores agobiados por la situación y aliviados ante la promesa del político. La segunda, en cambio, generó algo de inquietud. No había costumbre.
Por las fechas en las que, aproximadamente, se sitúa esta historia, nació Agroseguro. El propósito del entonces president llevaba ya tiempo cocinándose al calor de una época de amplios pactos y consensos entre fuerzas políticas diferentes e interlocutores sociales. La intención era crear un sistema de seguros agrarios que ofrecieran cobertura de todos los riesgos que pueden acontecer en una explotación agraria o pecuaria. Eran los años de los Pactos de la Moncloa.
La idea cristalizó en el Plan de Seguros Agrarios anual que surge de una ley de 1978. Dos años después nace Agroseguro, con la participación de las compañías privadas que están interesadas en operar en el aseguramiento del sector. Actualmente, son 20 las aseguradoras que participan en este pool público-privado que se hace cargo de gestionar la contratación, asumir los riesgos y diseñar los productos. Como sucede en otros ramos, los riesgos extraordinarios son territorio del Consorcio de Compensación de Seguros.
No es un seguro obligatorio
Agroseguro gestiona 400.000 contratos de seguros al año
La distribución de estos seguros combinados la llevan a cabo agentes y corredores de seguros, algunos con una amplia dedicación a este ramo con un alto grado de complejidad. No hay que olvidar que cada productor decide si contrata o no un seguro y que existen múltiples coberturas y garantías, más allá de las básicas. Las compañías que participan en este ramo ofrecen productos diferentes. El asesoramiento de un experto en seguros sirve para identificar las necesidades y los riesgos de cada explotación.
La existencia de Agroseguro, las ayudas públicas y la labor de concienciación de los profesionales del sector han hecho que el nivel de aseguramiento del campo español sea muy alto, aunque por ley solo los propietarios forestales están obligados a contratar un seguro. Las subvenciones para el aseguramiento, a cargo de los presupuestos del Estado, contribuyen a la elevada contratación. Según cálculos de la patronal del Seguro, UNESPA, a través de Agroseguro se gestionan alrededor de 400.000 contratos de seguros al año.
La ley impide a las compañías que participan en Agroseguro rechazar un riesgo, mientras que los agricultores y ganaderos que contratan un seguro están obligados a incluir toda su superficie de producción.
Siguiendo con las estadísticas, se estima que anualmente se registran entorno a 1,5 millones de siniestros relacionados con las 44 líneas de producto que comercializa el pool. Los últimos años han estado marcados por una elevada siniestralidad, aunque el record corresponde a 2012, el año en el que la cultura maya situó el fin del mundo, y que Agroseguro pagó 760 millones de euros en indemnizaciones.
A ningún agricultor le gusta que el granizo destruya su trabajo, o que la enfermedad diezme su ganado. Pero si cuenta con un seguro podrá esperar a que la naturaleza esté de su lado el próximo año.