Frau a l’Assegurança: investigacions en 3D, compradors grecs desconeguts i com enfonsar un vaixell des de dins (La Vanguardia)
10.05.19
_
Las aseguradoras invierten una media de 153,80 euros en cada caso de engaño investigado
- COSTA Publicado a10-05-2019 2:50
Después de conocer los fraudes del ramo del automóvil premiados en el XXV Concurso sectorial de detección de fraudes organizado por ICEA (Investigación Cooperativa entre Entidades Aseguradoras y Fondos de Pensiones), veamos los fraudes detectados en el ramo de patrimoniales y que han obtenido galardones:
Reconstrucción en 3D para el accidente de una churrería de feria (1er premio)
Una persona pasea por una feria. La mala suerte hace que resbale frente a un puesto de churros y rosquillas y que, en un acto reflejo para evitar la caída, se agarre al recipiente lleno de aceite hirviendo.
El accidente le produce quemaduras por buena parte de su cuerpo y, por eso, demanda al seguro del puesto de churros una indemnización por responsabilidad civil.
La investigación que abre la aseguradora, Reale Seguros, desvela que el lesionado trabaja en otro puesto de la misma feria. En concreto, en uno que sirve pulpo y que es propiedad de la hermana del churrero. El accidente había ocurrido, además, a las seis de la mañana. Una hora improbable para andar preparando raciones de pulpo y más propia del trabajo en una churrería.
El reclamante llega a dar hasta cinco versiones diferentes sobre cómo ocurrió el accidente. Una al hospital donde le atendieron de urgencia. Otra al médico a la aseguradora. Otra en las diligencias previas. Una cuarta en la demanda que interpuso contra la aseguradora en el juzgado. Y la quinta, cuando solicitó la asistencia de un abogado de oficio.
El informe pericial confirma que el puesto de churros se encontraba en perfectas condiciones materiales. Más adelante, una reconstrucción en 3D demuestra que era imposible que el contenido de la freidora saltarahacia el exterior del puesto de churros y generara al demando las lesiones que ha sufrido.
La única manera de que se podía haber dado el accidente era si el demandante se encontrase dentro del puesto de churros, trabajando. Se trata, pues, de un accidente laboral y no de un siniestro de responsabilidad civil frente a terceros. En el juicio subsiguiente, la sentencia desestima la demanda y reconoce que se trata de un accidente laboral.
Material para una empresa griega que no lo había comprado (2º premio)
Una empresa que se dedica al transporte internacional de mercancías denuncia a finales de octubre que dos semanas antes uno de sus camiones y su carga, con destino Italia, han sido sustraídos. La maquinaria transportada tenía un valor aproximado de 150.000 euros, a lo que hay que sumar la cabeza tractora y el tráiler.
Según el relato de la empresa asegurada, el camión habría sido parado por un monovolumen del que descendieron tres individuos quiénes, a punta de pistola, habrían obligado al camionero a abandonar el vehículo.
A la aseguradora, Reale Seguro, le llama la atención el importe del siniestro, el tipo de mercancía transportada, la tardanza en reportar en delito (dos semanas) y las circunstancias del robo. En este contexto, comienza la investigación y se reclama a la empresa asegurada que aporte más detalles. Sin embargo, no proporciona documentación que acredite los hechos: no hay albaranes ni valoración de la mercancía. A esto se suma que la firma tiene deudas por más de 200.000 euros y que el semirremolque había sido embargado apenas cinco días antes de su presunto robo.
Las indagaciones logran discernir que la presunta mercancía robada era maquinaria de segunda mano adquirida en subastas de activos de empresas quebradas, que fue pagada en metálico y que no había facturas que acreditasen la compraventa.
Además, tanto la empresa griega que presuntamente iba a recibir este material en última instancia, como la compañía italiana que hacía de intermediaria negaron tener relaciones comerciales con la empresa española remitente.
Destapado el montaje, la aseguradora denuncia el caso ante los Mossos d’Esquadra que abren diligencias policiales, imputan a dos personas por delito de falsificación en documento mercantil, intento de estafa, denuncia falsa y simulación de delito.
Un agujero hundió el barco … ¿desde dentro? (3er premio)
Un buque pesquero parte en enero de 1992 del puerto de Avilés (Asturias) acompañado de otras cinco embarcaciones. Sin embargo, no llegará a su destino. Naufragaría en las inmediaciones del Cabo Prior, frente a las costas de Ferrol.
El dueño del pesquero había firmado un seguro apenas dos semanas antes del hundimiento del barco. La suma asegurada contratada por pérdida total ascendía a 45 millones de pesetas (270.455 euros). En el seguro se designaba a una caja de ahorros como beneficiaria de los derechos en caso de siniestro en base a un préstamo hipotecario suscrito por el armador.
El asegurado alega que el buque arrastraba problemas en su motor principal desde el inicio. Por eso, a bordo solo iban el patrón y el maquinista. Por precaución habían solicitado, además, a una de las embarcaciones de la flota que permaneciera cerca de ellos y su tripulación atenta a la radio.
Según el relato, un día de la travesía, a primerísima hora de la mañana, el pesquero habría chocado con algo. El maquinista bajó a inspeccionar la sala de máquinas y, según declararía a la aseguradora, vio que, a proa, en el costado de babor, se había producido un agujero por donde manaba muchísima agua. Alarmado, subió a cubierta a toda prisa, echó el bote salvavidas al mar y llamó de viva voz al capitán.
El patrón pidió ayuda por radio, tomó los papeles del buque a toda prisa y saltó por la borda. En menos de 15 minutos, el pesquero se hundió, concluye el relato, y sus dos tripulantes esperarían en la balsa a ser rescatados una hora hasta que llegó una embarcación procedente de Ferrol en su auxilio.
La aseguradora, Mapfre, decidió comprobar la veracidad de la historia y contrató a un equipo de buzos para inspeccionar el pecio. La inspección permitió averiguar que la embarcación se encontraba en perfecto estado, salvo por un agujero localizado en la zona de popa del costado de babor. El agujero tenía forma rectangular y unos 25 centímetros de largo. Las cuadernas que delimitaban el agujero estaban intactas y, además, el astillado apuntaba hacia el exterior de la embarcación. Es decir, el boquete se producto por un golpe o explosión realizado desde el interior. No por una colisión con un objeto situado fuera del barco.
La aseguradora inició diligencias por delito de tentativa de estafa. El armador llegó a reclamar a la aseguradora hasta 1,2 millones de euros en las sucesivas demandas de conciliación en concepto de intereses legales. Finalmente, la audiencia provincial dio la razón a la aseguradora y dictó que había sido el propio empresario quien había provocado el hundimiento del buque para que la aseguradora saldase la hipoteca que tenía con la caja de ahorros.